Laboral
Entre los cuatro días y las 32 horas laborables, trabajar menos como horizonte

Las propuestas para reducir el tiempo de trabajo sin que esto repercuta en los salarios empiezan a cobrar protagonismo en el debate público.
Trabajo oficina noche Madrid
Trabajadoras en turno de noche en una oficina de Madrid. David F. Sabadell
24 feb 2021 09:00

En pleno siglo XXI, el proverbio bíblico “ganarás el pan con el sudor de tu frente” sigue siendo una realidad para millones de personas que entregan gran parte de su tiempo al mercado laboral a cambio de un salario. Se trata incluso de un deseo inalcanzable para millones de personas que no tienen un empleo, personas que no tienen tanto la necesidad de que les sude la frente, sino de un medio para ganarse el pan. Así, conviven dos realidades, trabajadores y trabajadores que se emplean al menos 40 horas semanales, y millones de personas excluidas del mercado de trabajo.

De hecho, la reducción de horas de trabajo ya existe: el mercado de trabajo español arrastra unas altas tasas de parcialidad no deseada a la que corresponden bajos salarios. Luego están quienes trabajan en las economías de plataforma, trabajadoras y trabajadores que ganan dinero solo cuando prestan un servicio, y que pueden poner gran parte de su tiempo a disposición de una llamada que les reporte un ingreso. También están quienes rebasan ampliamente las 40 horas semanales —empleadas de hogar, personas que suman varios trabajos precarios de salario insuficiente, profesionales que por sistema sumar horas extras a sus jornadas. Tampoco faltan quienes, trabajando en la hostelería o el comercio, libran solo un día a la semana.

En este marco, con una terrible crisis económica de fondo, y unas cifras de desempleo en alza, podría pensarse que no es fácil introducir innovaciones que permitan avanzar en la siempre postergada cuestión de trabajar menos. Sin embargo, las propuestas de la reducción de jornada, está sobre la mesa, y son varios y diversos los actores que vienen pujando fuerte por esta vía.

Desde mayo, las personas que trabajan en los establecimientos de la empresa de Álvarez y García, libran tres días a la semana. Pero estas empresarias no quieren ser las únicas que apuesten por este modelo, por ello impulsan la campaña 4Suma

Como millones de personas, María Álvarez y su socia Elena García, pasaron un confinamiento muy duro. Se les amontonaba el trabajo para mantener a flote sus empresas y mantener cierto orden en sus casas. Madres de niños pequeños, vivieron en primera persona una crisis de cuidados sin precedentes, y pensaron, que cuando se acabara el encierro, las cosas no podían volver a ser iguales. Tampoco para sus trabajadoras y trabajadores. El problema era que, si bien ya habían probado algunas medidas en Ephimera, su primera empresa, dedicada a la comunicación, estas orbitaban en torno a la flexibilidad y la no presencialidad. Algo difícil de gestionar en el sector en el que se desempeñan actualmente, el de la hostelería.

“Exploramos cosas que habían funcionado en el pasado para Ephimera, y rescatamos esta idea de los cuatro días porque sabíamos que en el año 2019 lo había incorporado el partido laborista en su programa electoral”. Desde mayo, las personas que trabajan en los establecimientos de la empresa de Álvarez y García, libran tres días a la semana. Pero estas empresarias no quieren ser las únicas que apuesten por este modelo, por ello impulsan la campaña 4Suma.

Más cercana geográficamente que la propuesta de los laboristas ingleses —que en noviembre de 2019 anunciaban que reducirían en 10 años la jornada laboral a cuatro días a la semana, con 32 horas laborables— está el proyecto de Más País. En fechas similares, el 11 de octubre de 2019, Íñigo Errejón presentaba el programa verde de su recién constituida formación. En el mismo cobraba centralidad la semana de cuatro días. Un año después el partido recuperaba esta propuesta como enmienda a los presupuestos generales, consiguiendo que se dediquen 50 millones de euros a su experimentación. “En el contexto que hubo post-covid, de que esta crisis lo cambia todo, se nos ocurrió replantearlo como una manera de salir a la ofensiva. Plantear un debate que va más allá del mercado laboral, que tiene que ver con la lucha por el tiempo”, relata Héctor Tejero, coordinador político de Más País en el Congreso. 

El pasado 5 de febrero, Tejero y Joan Sanchís, de Compromís, se reunieron con la ministra de industria, Reyes Maroto, para presentar un borrador inicial sobre un proyecto piloto para implementar la semana de cuatro días laborables. La formación valenciana apoya al partido de Errejón en el objetivo de la reducción de la jornada laboral. De hecho Sanchís es miembro de la Dirección General de Empleo de la Generalitat.

Con el acuerdo del gobierno surgido del pacto del Botànic2 —Partido Socialista del Paìs Valencià, Compromís y Unidas Podemos— El Paìs Valenciá ha incluido una partida presupuestaria para acompañar a las empresas que decidan reducir su jornada a cuatro días laborables o 32 horas. La propuesta, que también fue presentada para la consecución de fondos europeos a través del programa Next Generation, persigue ayudar a las empresas a hacer esta transición manteniendo los salarios. La generalitat ya destinó 1,4 millones a este objetivo en el presupuesto anterior, y ya hay una empresa pionera, Zataca System, una consultora que en febrero de 2020 cambió su jornada a los cuatro días.

También desde el ámbito sindical se está apostando por esta transformación. Según informa a El Salto el departamento de estudios de UGT, el sindicato pone en el centro de la agenda esta medida “en el marco del proceso de reconstrucción del país, para impulsar medidas de calado que den forma a un modelo de desarrollo, más justo y sostenible”.

“La reducción de la jornada laboral supone un eje fundamental para construir otro modelo de desarrollo que vaya unido a otra forma de organizar socialmente el trabajo, más eficiente. Hay que superar los más de 100 años de estancamiento desde que se lograse la jornada de 8 horas”

El pasado martes 22 de febrero se reunía el secretario general de la central sindical, Pepe Álvarez, con el líder de Más País, Íñigo Errejón para abordar esta iniciativa. El sindicalista anunciaba que la reducción de jornada sería uno de los debates centrales del 43º Congreso del sindicato, que se celebrará en mayo de este año, precisamente en Valencia. “La reducción de la jornada laboral supone un eje fundamental para construir otro modelo de desarrollo que vaya unido a otra forma de organizar socialmente el trabajo, más eficiente. Hay que superar los más de 100 años de estancamiento desde que se lograse la jornada de 8 horas”, defienden desde el sindicato.

La receptividad por parte de diversos agentes sociales no es una novedad para la investigadora Verónica Castrillón, profesora de Economía Aplicada de la Universidad del País Vasco. Desde su Departamento vienen años investigando la reducción de jornada y acompañando a las administraciones en su estudio de medidas que apunten a este horizonte. “En cuanto al proyecto en el que participamos en Gipuzkoa, financiado por la Diputación Foral, sí hubo un contraste con el tejido social y empresarial, especialmente entre empresas públicas, cooperativas, empresas de inserción... que se mostraron muy receptivas a una reducción de la jornada impulsada social y fiscalmente por la Administración. También vimos receptividad en nuestra colaboración para Navarra, tanto en los partidos gobernantes de la anterior legislatura como entre los sindicatos que participaron en las diferentes jornadas y congresos en los que intervinimos”, recuerda.

32 horas o cuatro días

Cuando la propuesta de los cuatro días laborables fue planteada por primera vez por Más País, dentro de la narrativa de una propuesta ecologista que implicaba reducir los desplazamientos y el consumo de energía, fueron numerosas las voces las que pusieron en cuestión el modelo, preguntándose hasta qué punto concentrar el trabajo en cuatro jornadas satisfaría las necesidades de conciliación de una parte de la sociedad. Hace unas semanas, este planteamiento volvía a surgir cuando la Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en una entrevista en televisión, afirmaba que lo prioritario no era reducir la semana laboral a cuatro días sino reducir la jornada laboral.

Para quienes han hecho bandera de la semana de cuatro días, hay una confusión de fondo al oponer una medida con otra pues, dicen, lo que propugnan realmente es una reducción de horas laborales. “En la formulación de las propuestas hemos incluido todas las posibilidades, desde el programa electoral hasta la enmienda que presentamos a los presupuestos. Incluso en el proyecto piloto siempre hemos hablado de cuatro días o 32 horas”, recuerda Tejero, “lo que pasa es que nos hemos dado cuenta de que mediáticametne tiene mucha más repercusión hablar de cuatro días que de 32 horas”. El economista apunta a que hablar de cuatro días fue una forma de introducir el debate en la agenda, pero que la propuesta no es rígida, que es algo que dependerá de cada sector, o de las necesidades de conciliación de las y los trabajadores. Considera que es un debate social fundamental que tiene que poner sobre la mesa tanto los argumentos ecologistas como los que se centran en liberar tiempo para los cuidados. 

Para María Álvarez, los cuatro días también se han convertido en un símbolo, tienen el valor de señalar un hito, como pudo serlo la jornada laboral de ocho horas, pero “una cosa es el estándar, y otra es la aplicación interna en cada sector y cada empresa”. De hecho, el plan de esta empresaria y su socia, que ya han rebajado la jornada de su plantilla a 35 horas semanales, es llegar progresivamente a las 32. Esta nueva reducción debería seguir a otra medida, que es la subida de salarios, pues sus empleadas y empleados han preferido optar por una subida de sueldos antes que por una disminución del tiempo de trabajo.

A Álvarez le preocupa que, en respuesta a la jornada de cuatro días, se hable de flexibilidad y de adaptar la jornada laboral. “Yo creo que el discurso de la flexibilidad no tiene nada que ver con el discurso de la reducción de jornada, el discurso de la flexibilidad, de la conciliación, de la racionalización de los horarios, todas estas cosa que venimos oyendo muchos años, lo que vienen a decir es que si no nos caben los cuidados y tiempo de trabajo y el cuidado personal en la vida es porque no nos organizamos bien”. En lugar de culpar a las personas —y en particular a las madres— de no organizarse mejor, apunta Álvarez, es necesario asumir que con el tiempo que tenemos no podemos hacer todo lo que se nos requiere.

En este sentido, para UGT, la propuesta de las 32 horas sin reducción salarial es una apuesta que ha de implicar no solo cambios legislativos, sino también “el Diálogo Social y la negociación colectiva resultarán instrumentos básicos para garantizar un desarrollo progresivo, consensuado y ajustado a la realidad de cada sector. Y también un marco laboral más beligerante contra la precariedad laboral”. Un marco que incluya, defienden, acabar con la reforma laboral de 2012. La idea de fondo es apostar por “ una redistribución del empleo más justa y eficiente”. Desde el sindicato recuerdan que los avances tecnológicos están permitiendo que aumente enormemente la productividad, y sin embargo, estas mejoras no se revierten en los salarios, ni implica reducción de las jornadas. “Las rentas del trabajo en España han perdido hasta 8 puntos porcentuales en relación al PIB en los 15 últimos años”, resumen.

¿Y el empresariado?

Para Castrillón, la reducción de la jornada más allá de planes y campañas es “un derecho legítimo adquirido por la población trabajadora, y justificado en los incrementos de productividad acumulados en las últimas décadas”, por ello, ha de suponer un “reparto más equitativo de los costes y de la renta”. Para que el reparto sea tal, es fundamental que quienes se han beneficiado de esta productividad acumulada “asuman de manera sustancial los costes de la reducción de jornada”.

En la experiencia de esta economista, tras el empuje de administraciones, partidos y sindicatos, es justamente el empresariado el que manifiesta más resistencias. Sin embargo, el cambio, considera, revertiría positivamente también en las compañías: “una reducción del tiempo de trabajo sustancial y generalizada es una medida de aumento de la productividad y la demanda interna, que va a generar, además de nuevos empleos y mayores ingresos en las arcas públicas, beneficios para gran parte del tejido empresarial”.

María Álvarez ya está convencida de esto, y señala que su campaña 4Suma está teniendo una muy buena recepción entre muchas empresas pequeñas y medianas, también grandes. Recuerda que al origen de las semans de 40 horas estuvo ciertamente las luchas de la clase obrera, huelgas y manifestaciones, pero también la iniciativa de empresarios, como Henry Ford, que innovaron en la organización del trabajo en aras de incrementar la productividad mejorando las condiciones laborales de sus trabajadores.

Sin embargo, ni todas las empresas son iguales, ni pueden permitirse del mismo modo este cambio. Es algo que el grupo de trabajo de Castrillón se plantea desde el principio, incluyendo en sus estudios “alternativas de financiación de los costes que posibiliten una distribución de las cargas equitativa entre las empresas, lo que podría incluso llegar a suponer que algunas empresas no incurrieran en ningún coste”. No es la única vía, pues, considera la economista, al generarse empleo, aumentaría la recaudación pública, generando recursos que puedan utilizarse para compensar los costes en los que pudiesen incurrir las empresas.

El proyecto piloto trata de estimular a algunas empresas a que reduzcan la jornada para ver los resultados: “Sabemos que a muchas empresas no hace falta darles dinero, lo podrían hacer por voluntad propia, lo que queremos hacer es poner una red de seguridad”

Como la propuesta valenciana, el plan piloto en el que se está trabajando a nivel estatal también concibe ir instalando el proceso a través de complementos salariales por reducción de jornadas. Desde Más País, Tejero considera que, si la propuesta fuese ya de implementación generalizada, sería central que el coste lo asumiera el empresariado y no se traladase el peso a las arcas públicas. Sin embargo, señala, lo que tenemos de momento, es un proyecto piloto que trata de “estimular a algunas empresas a que lo hagan para ver los resultados. Sabemos que a muchas empresas no hace falta darles dinero, simplemente ellas lo podrían hacer por voluntad propia, lo que queremos hacer es poner una red de seguridad. Decirles, mira, yo estoy aquí para que tú lo pruebes y si te va bien luego sigues y si no te va bien te retiras. Lo planteamos así porque es un proyecto piloto. En ningún caso la reducción de jornada laboral puede venir porque el estado le compense totalmente a los empresarios, eso no tiene ningún sentido”.

María Álvarez es una de esas empresarias que no han necesitado una compensación económica para apostar por ese cambio. Sin embargo, sí cree que la administración puede ayudar de otras formas para incentivar esta transformación, pues recuerda que en un mercado competitivo su decisión tiene unos costes que otras empresas menos interesadas en el bienestar de sus trabajadores o en sus efectos en el medio ambiente, no asumen. Álvarez cree que deberían preverse formas de reconocer a empresas responsables en su impacto social y ambiental, más allá del balance de cuentas. Reconocimiento que podría tener compensaciones en el ámbito fiscal, o en forma de preferencia en los concursos públicos. 

Cambio cultural

¿Pero cómo convencer a empresas, trabajadores, o administraciones de la necesidad de avanzar hacia un horizonte donde se trabajen menos horas?. Más País considera que probar con esta experiencia piloto, es una forma tanto de convencer como de mejorar y adaptar la medida. “Creemos que se debería de organizar un poco como los ensayos clínicos, políticas basadas en evidencia —que en España no se prueba mucho—. Básicamente se trataría de crear una especie de consorcio entre los dos Ministerios responsables, Industria y Trabajo, también tendrían que estar patronal, sindicatos , economistas”, se trataría pues, de diseñar un estudio que abarque qué empresas podrían participar y de qué modo, qué indicadores se deberán tener en cuenta, qué instrumentos ofrecer: desde los complementos salariales por reducción de jornada, a la formación del empresariado, o el apoyo para la innovación y la reorganización, explica.

Para Álvarez se trata, en definitiva, de pensar de qué manera se puede seguir haciendo lo mismo con menos recursos, en trabajo, en tiempo y en energía. “La grandísima transformación que tenemos pendiente es que las empresas dejen de contar con las horas de los trabajadores como si dieran lo mismo, como si fuesen infinitas”. Una transformación que a veces despierta recelos hasta en los propios trabajadores. Trabajadores que, tras años de ataques neoliberales, están acostumbrados a que toda innovación empresarial sea una amenaza a la continidad de sus empleos o a sus condiciones laborales. Para esta empresaria es necesario pasar de una estrategia a la defensiva, a atreverse a reivindicar cambios que simplemente mejoran las vidas de las personas. 

En el mismo sentido, Castrillón considera que, aunque en el siglo XXI la cuestión de la jornada laboral haya perdido centralidad en la agenda pública, este es un buen momento para hacer un trabajo pedagógico que convenza a la sociedad de su deseabilidad: “es la única forma de no iniciar otra nueva década de paro crónico y amplias partes de la población juvenil con las puertas del mundo del trabajo cerradas. La reducción de tiempo de trabajo ayudará en ese cometido y en el de liberar tiempo para cuidar mejor nuestras necesidades y las de nuestras familias”. Para la experta sería interesante dedicar recursos a sensibilizar en este sentido, pero también a investigar sobre el estado de los imaginarios respecto a una eventual reducción de la jornada laboral. “Quizás nos encontraríamos con una agradable sorpresa…”, desliza.

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#84429
7/3/2021 9:52

Hay que meter en la agenda del gobierno la reducción de jornada, pero sobre todo hay que meterla en la de los sindicatos. Parece que alguno se va moviendo, pero sigue sin ser una prioridad, y debería serlo desde hace muchos años.

Por otro lado, este tema tiene muchisimos efectos en otras áreas de la economia y de la sociedad, y, de hecho, no es factible en solitario, no se puede llevar adelante sin tocar otras muchas cosas. Y, mas dificil aun, es posible que ni siquiera sea viable solo a nivel estatal: es necesario una acción coordinada a nivel internacional.

Pero esas dificultades no deben servir como excusa para no avanzar: hay que legislar ya, e ir moviendose en todos los frentes.

Esto da para montar todo un debate o foro de intercambio de ideas. ¿Tenemos esa posibilidad en El Salto (pregunto desde la ignorancia, perdón si la pregunta ofende)?

PAra terminar, dado que hoy es 7 de marzo: la primera reivindicación del 8 de marzo debería ser, precisamente, la reducción de jornada. Las mujeres ses han comido el marronazo de trabajar fuera y dentro de casa, con jornada no de 8 horas, sino de 12 o 16 horas, y algunos hombres tambien nos hemos comido y comemos jornadas de 8+X. LA reducción de jornada no debe ser reducción de jornada para las mujeres, para que sigan ocupándose casi exclusivamente ellas de las labores de casa, debe ser especialmente reducción de jornada para todxs, como forma de pavimentar el reparto de trabajo en todos los ámbitos: reparto del trabajo asalariado y del no asalariado también.

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diazcruzadojesus
25/2/2021 15:04

Muy buena idea, otra cosa es que luego se cumpla y no se convierta en el cachondeo que es, por ejemplo, el registro de la jornada laboral, donde la empresa es la que te dice que marques tus horas correspondientes aunque no correspondan con la realidad. EJEM.

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#83509
24/2/2021 19:59

Nacionalización las eléctricas, creando el Amazon público español, obligando a todos los propietarios a alquilar a precios "justos" y subiendo más los impuestos vamos a conseguir que trabajando 4 días a la semana podamos vivir todos muy muy bien. Como nos se nos a ocurrido antes. Con las buenas ideas de UP nadie se quedara atrás. De esta salimos más fuertes.

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#83487
24/2/2021 18:27

La productividad debe ser incrementada por parte de las empresas, con más I+D, invirtiendo en nuevas maquinarias más eficientes. Se trata de no incrementar las horas del trabajador, en sus puestos. Las 35 horas tienen un siglo de existencia legal, y no se han modificado...El trabajo en exceso no dignifica, esclaviza, y más si es en beneficio de la individualidad empresarial.

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