Marruecos
La represión de Mohammed VI no frena las protestas del Rif

Las autoridades marroquíes ya han detenido a más de 300 personas durante las movilizaciones en la región norteafricana.

Protestas Rif
Las manifestaciones han sido pacíficas durante siete meses. Youssef Ouled
28 jun 2017 15:07

Para el día de Eid al Fitr (celebración de fin de ramadán) había una convocatoria de manifestación masiva en Alhucemas. Las autoridades, que controlan desde hace meses la ciudad, cerraron los accesos para impedir la llegada de la población vecina. Se establecieron controles en las salidas de Imzouren, Bni Bouayach, Bu Kidarn, Ait Abdallah y Ajdir. A pesar del bloqueo, la gente tomó las calles, pero –tal como atestiguan los vídeos grabados desde los hogares– la violencia policial y las detenciones indiscriminadas volvieron a esta ciudad del norte marroquí. Fuentes locales hablan de más de un centenar de detenidos.

Alhucemas lleva semanas en Estado de sitio, una ocupación policial que ha dado lugar a un “ramadán oscuro”, tal como se le denomina popularmente. Con el fin de ayuno, los activistas hicieron un llamamiento a tomar las calles de forma masiva hasta la “liberación de todas las personas detenidas” en las protestas de los últimos meses. Y es que la presencia de furgones y policías en las calles genera un sentimiento de opresión y la población habla de “no dar descanso al majzén (círculo de poder afín al rey)”.

Mohamed VI prohibió a sus ministros irse de vacaciones hasta que resuelvan el “conflicto” y ordenó una investigación sobre por qué se han retrasado las inversiones en el Rif prometidas en 2015. A penas unas horas después de las declaraciones del monarca, las autoridades decidieron establecer un cerco policial sobre la ciudad en la que hay más de 20.000 policías, un campamento militar y un hospital de campaña. Toda reunión está prohibida desde comenzaron las detenciones de activistas, el pasado 27 de mayo, con el arresto del líder del Movimiento Popular del Rif (Hirak), Nasser Zefzafi.       

Las protestas comenzaron el 28 de octubre tras la muerte de Mohssine Fikri, un vendedor de pescado que murió aplastado al tratar de salvar la mercancía requisada por la policía. Su muerte evocó otras como la de los cinco jóvenes hallados calcinados en una sucursal bancaria del Banco Popular marroquí en 2011. Alhucemas, una ciudad que “siempre pone los muertos y recibe los palos”, explica una mujer para quien la prioridad son los presos. Sin embargo, su libertad no devolverá las cosas a su estado anterior, “sin ellos en la calle no hay nada que hablar, pero con ellos en la calle no se termina el problema”, comenta, “esta gente aguantará hasta que los encierren a todos o el Estado empiece a negociar”. 

Para Khaled (nombre ficticio), integrante del Hirak, Fikri supuso el fin del hartazgo ante la “humillación, la represión y unas políticas que nos someten al olvido y la emigración”. Su muerte supuso una chispa que organizó a la población alrededor del Hirak, en el que Zefzafi se perfiló como la cabeza visible. “Llevamos décadas aguantando, tarde o temprano teníamos a levantarnos, qué pedimos, solo dignidad, hospitales y escuelas”, apunta Khaled. 

Durante siete meses las manifestaciones fueron pacíficas, hasta el día en que el líder rifeño se enfrentó durante el rezo del viernes en una mezquita de Alhucemas a un imam que acuso a los manifestantes de alborotadores e individuos que ponían en peligro “la unidad territorial del reino”. Zefzafi, al que se le conoce un carácter impulsivo, se enfrentó dialécticamente a las acusaciones. 

El fiscal general de Alhucemas le acusó de obstrucción al culto religioso y emitió una orden de detención sobre su persona. “Tenían una lista preparada de todos los activistas a los que querían detener, solo necesitaban un motivo”, explica este integrante del Hirak. Desde entonces, más de 300 personas han sido detenidas. Los que conforman esa lista se encuentran en Casablanca y se enfrentan al cargo de atentado contra el Estado. 

“Los juicios de los activistas en Alhucemas son una obra de teatro, con sentencias que vienen elaboradas desde comisaría”

Al otro lado se encuentran “los jóvenes a los que se detiene y acusa de unos mismos cargos, prácticamente se hace corta y pega”, explica Zohra Koubia, integrante de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), quien está siguiendo como observadora los juicios de los procesados en Alhucemas. “Los jóvenes son torturados de camino a la comisaría. Otros, cuando llegan, muchas familias no son informadas de su detención, y algunos son encarcelados sin cargos”, explica. Durante los juicios, “no hay ningún tipo de garantías jurídicas”, apunta la activista, quien califica, quien califica los procesos de “obra de teatro, con sentencias que vienen elaboradas desde comisaría”.

Silenciamiento de los activistas de la información

El ministro del Interior, Abdelouafi Laftit, ante las denuncias de torturas por parte de los letrados de los detenidos, anunció que tomará medidas contra las cuentas en redes sociales que hacían públicas “informaciones que dañan la imagen de Marruecos”. Mientras, decenas periodistas que han documentado desde el inicio las protestas han sido detenidos, y los informadores de medios extranjeros, expulsados.

Para Rachid Imhaoulen, director del portal informativo Rifisión (la primera televisión en el Rif en rifeño), “los regímenes dictatoriales o con escasa cultura democrática han recurrido históricamente a la ocultación de la información o, en el mejor de los casos, a su manipulación propagandística en pro de perpetuar el statu quo de sus pueblos”, y recuerda que “el Ministerio de Información en Marruecos obedece de forma rigorosa a las directrices del omnipotente Ministerio del Interior”.
Integrantes de la comisión de apoyo al Movimiento Popular Rifeño en España (Hirak Madrid) difunden un spot en solidaridad con el Rif, “un pueblo que –apuntan desde el colectivo– lleva meses de protestas pacíficas exigiendo derechos políticos, sociales y culturales frente a unos poderes oligárquicos que lo han reprimido brutalmente”. 

Parte del éxito de las movilizaciones viene de la retransmisión en directo que han hecho los activistas de la información desde el inicio de las protestas. “Las retransmisiones vía Facebook Live fueron la punta de lanza que catapultó la cruda realidad rifeña al mundo. Mucha gente no daba crédito al principio de lo que veía”, explica Imhaoulen, unas manifestaciones sin precedentes que mostraban a “cientos de miles de ciudadanos, hombres y mujeres que salían casi a diario a la calle sin contabilizar ningún altercado”.

Para este rifeño que reside en Holanda, Marruecos está en deuda histórica con la zona del Rif desde este punto de vista económico y financiero: “Las últimas detenciones de la casi totalidad de los activistas de la información en Alhucemas dejaN de manifiesto la gran preocupación de los que mal gobiernan el país norteafricano respecto del nuevo modelo ciudadano de practicar sin tapujos el periodismo. Silenciarlo ya era de esperar”.

La identidad amazigh

Massin, un activista que ha participado en el Hirak desde el inicio, explica que la gran diferencia de este movimiento respecto a otros anteriores reside en la diversidad ideológica sobre una base identitaria rifeña, un pueblo “machacado históricamente”, con cicatrices que siguen muy presentes: “No se puede sentir amor por un Estado que te machaca, que no busca reconciliación y no te da tus derechos”, remarca.

No le gusta hablar de la primavera “árabe” porque esa denominación excluye a la población amazigh, aunque reconoce que las movilizaciones del 2011 consiguieron que se aprobara una carta magna que habla de la cultura del pueblo amazigh: “Se consiguió que la lengua y la cultura adquirieran carácter oficial, pero hace falta una ordenanza que determine dónde se va a aplicar esa oficialización”.

“No nos enseñan nuestra historia, porque es una historia de dignidad y no quieren que vivamos con dignidad”

Durante las primaveras revolucionarias la gente salió a la calle pidiendo una monarquía parlamentaria y separación de poderes, “no lo conseguimos y a cambio obtuvimos una constitución ‘dada’ que no fue acordada con la población, destaca esta activista, quien apunta además que “prueba de ello es que una vez aprobada, el monarca pidió que votar por el sí”.

Asimismo, denuncia el retroceso a nivel educativo “producido por la subida al poder de los islamistas (PJD) que no dieron ninguna importancia al idioma ni a la cultura amazigh, pero si hacían declaraciones humillantes contra la población autóctona de la región”. Además, señala que los medios de comunicación no cumplen la obligación de emitir un porcentaje en lengua bereber reconocido por la ley. Marruecos, denuncia, es “un sistema que falsifica la historia y vive a base de mentiras y engaños, no nos enseñan nuestra historia porque es una historia de dignidad, no quieren que vivamos con dignidad”.

En su opinión, la identidad amazigh debería ser una prioridad del Hirak, “porque a base de esa exclusión y racismo hacia la historia, la cultura y la lengua, hoy nos manifestamos, luchamos por la existencia de nuestra identidad”.

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